Hola chic@s. Hoy no hay clases de máster. Han llamado diciendo que el profesor está enfermo, y por tanto, no hace falta que vayamos. Cosa que está muy bien porque puedo seguir con mis ensayos y me ahorro, de paso, algo más de 100 kilómetros.
La relación que tengo con la carretera es de amor y odio. De amor, básicamente porque me encanta conducir (sí, como el anuncio de BMW); me gusta mucho coger mi coche y desplazarme a sitios en los que nunca he estado. La libertad que te da el coche es excepcional. Hasta hace poco tiempo tuve que depender del autobús, y la verdad es que es un auténtico coñazo.
La parte del odio viene, mayormente, del estado de las carreteras en Jaén y de las cosas que se ven en la autovía. La mayor parte de los kilómetros que hago son en autovía, aunque a veces las carreteras comarcales también tienen guasa. Para empezar, el estado del asfalto es lamentable. En la A-44, más que un firme, eso parece un camino de cabras. Los senderos que atraviesan mis olivas están mucho mejor que eso que llaman autovía, con unos baches kilométricos que van a acabar por convertir la vía en sólo apta para tractores. A eso le añadimos las señales, tanto fijas como pintadas, situadas dónde a ellos mejor les parece, sin ton ni son, y muchas veces culpables de accidentes.
Hace poco escuchaba la anécdota de un amigo que recibió la visita de un colega alemán, y mientras conducían por la autovía, el chico alemán le preguntó a su amigo: Oye, ¿y las zanjas estas que tenéis a cada lado del carril para que vuelquen los coches qué sentido tienen? Más razón que un santo tiene. Claro, que es que comparar las carreteras alemanas con las españolas es cómo comprar el aceite de Jaén con el de Turquía: no tienen nada que ver. Allí las autovías se llaman autobahn, no tienen límite de velocidad, las señales están para informar y no para crear problemas, el asfalto es asfalto y no grava con baches, y por supuesto, en vez de zanjas tienen una zona de seguridad a cada lado de la vía que evita vuelcos y accidentes graves si hay una salida. Con todo, ojo, sin límite de velocidad, y con el triple de conductores que existen en España, Alemania tiene una tasa de fallecidos en accidentes de casi la mitad que en España. Ver para creer.
Mientras aquí esperamos a que Alí Babá y sus 40 ladrones abandonen de una vez el gobierno regional para que algunas cosas empiecen a cambiar (me reafirmo en que nuestro sistema político debería ser igual que el americano: 8 años y a la calle), os dejo con un video, precisamente de unos camioneros alemanes que, por lo que se ve, no deben disfrutar del carnet por puntos en su país:
Antes de despedirme os informo de que ya hay una empresa española desarrollando un ebook reader (de muy buenas características, además) y que podéis echar un vistazo en esta web. ¿Qué os dije en la entrada original? Jejej.
Por cierto, he incluído en la parte inferior de la web un vínculo permanente a la televisión de la asociación de internautas, que lanza un programa diario de en torno a 6 minutos y que exponen temas muy interesantes relacionados con la red, tecnología, debates, etc. Echadle un vistazo.
Un saludo! Mike.
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1 comentario:
Pero, pero, pero...
¡Por Dios! ¡Los alemanes son unos suicidas!
MADRE MÍA, MADRE MÍA
A mí me encanta conducir, me encanta, me encanta. No sé por qué, pero se ve que es por el trabajito que me costó aprobar el carnet. ¡A la cuarta! Pero como he cogido el coche a tope, todos los días yendo a Jaén, una y otra vez, con lluvia, con viento, con niebla, con tractores... me he hecho una experta, y disfruto muchísimo cuando llevo mi coche.
Yo también suscribo lo del anuncio de BMW, pero con mi Peugeot 307 precioso.
Además de eso, también estoy de acuerdo con Mike: las carreteras españolas son de pena, y aquí nos gastamos dinero en estupideces, como los radares, y no en hacer más inversión para mejorar las carreteras, que son tercermundistas, señores, ¡tercermundistas!
He dicho.
1000 besos, Mike
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