No hablo francés pero si lo hiciera este texto lo escribiría en el idioma de Molière, por ser el siempre considerado lenguaje del amor. Si tenéis la banda sonora de El Piano (Michael Nyman), reproducid cualquiera de sus pistas mientras leéis esta entrada.
Anoche terminé de leer Jane Eyre, en el texto original, que hace tiempo comencé y que por el Máster y las oposiciones tuve que dejar aparcado. En cuanto terminé retomé la historia por dónde la había dejado y me alegro de no haber olvidado ni un ápice de lo que la novela narra, porque, me voy a atrever a decirlo, es la historia literaria más bonita que jamás he leído. Mi amiga Rocío me recomendó leerla porque es fan de las hermanas Brontë y he de decir que me alegro mucho de haber seguido su consejo.
Jane Eyre es la preciosa novela que nos cuenta la vida de una dama (sirvienta?, profesora?, amante?) escrita en primera persona con un argumento pseudo-autobiográfico que nos lleva a sumergirnos en la historia de Jane desde su niñez hasta la madurez. La novela, llena de momentos trágicos (tragicómicos a veces) y románticos se caracteriza (en mi opinión) por contener los mejores momentos románticos que he leído en un libro. Hay que entenderlos, por supuesto, en el marco histórico en el que se escribió la novela, ya que muchas veces al lector actual le chocan muchas de las escenas. No puedo seguir hablando del argumento porque destriparía el libro a aquéllos que aún no lo han leído y que desde aquí recomiendo encarecidamente que lo hagan. Si os gustan las historias de pasión, Jane Eyre es vuestro libro.
Una vez que lo terminas, te preguntas: ¿Por qué no me pasan a mi estas cosas? Te consuelas echando un vistazo a tu alrededor y dándote cuenta que tampoco son tan frecuentes los finales de este tipo. Pero reconforta y dibuja una sonrisa en tu cara leer noticias como esta en un periódico:
Un pintor francés se casa con su prometida fallecida en 2004
Un pintor francés de 68 años, Jean-Louis Ronzier, se ha casado hoy a título póstumo con la compañera con la que convivió desde los años 80, fallecida en 2004 a los 52 años de edad.
Para ello, ha sido necesario un decreto del Presidente de la República, Nicolás Sarkozy, tras el visto bueno del primer ministro francés. Según el Código Civil francés, el Presidente de la República puede autorizar un matrimonio póstumo "por motivos graves, si uno de los futuros esposos fallece después de cumplir las formalidades oficiales que demuestren sin equívoco su consentimiento".
Ronzier y su compañera, Martine Cazenave, no pudieron casarse porque ella enfermó y falleció en septiembre de 2004, dos meses antes de la fecha fijada para el enlace.
El novio ha llegado hoy al ayuntamiento de Lamontélarié, en el sur de Francia, con el sombrero de 1900 que Martine tenía previsto llevar, y que hoy el solitario novio ha colocado en la silla en la que ella tendría que haberse sentado para la ceremonia, según informaron medios locales.
"Creo que ella estaría orgullosa de mi", afirma Ronzier. "Ella hubiera hecho lo mismo en mi lugar. Me ha gustado mucho y las otros mujeres no me interesan", ha declarado el pintor al periódico Le Parisien, que informa que tras el enlace se servirá un coctail en un lugar decorado con cuadros y esculturas que recuerdan a Martine, a quien el artista califica de "el amor de mi vida". (Fuente: El País.com)
Aún existe amor, como diría Cèline Dion.
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1 comentario:
l'amour...
sin palbras...
besos!!
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