El delfín ha sido un animal admirado por el hombre desde tiempos inmemoriales. Se conservan narraciones arcaicas en las que se refiere a estos animales como 'los grandes peces azules e inteligentes'. De todos es conocido la gran inteligencia de estos mamíferos que pueden llegar a resolver problemas de una elevada dificultad. Las civilizaciones antiguas (sobre todo del Mediterráneo) conocían estas habilidades y dejaron constancia en grabados, pinturas y esculturas no ya solo de la belleza física de los delfines, sino también de su inteligencia. Algunos ejemplos:
Y cómo no, los delfines debían tener su huequecito en la vasta mitología clásica. En este caso, el nacimiento de los delfines hemos de agradecérselo a los griegos. La leyenda cuenta de la siguiente forma la creación de estos animales:
Una vez, siendo todavía Dionisio (el Dios del vino) un joven, miraba al mar desde un precipicio, y unos marineros piratas, lo vieron. Como llevaba los vestidos y los mantos tan ricos y brillantes, pensaron que era el hijo de un rey:
-Lo raptaremos -dijo el capitán- y pediremos un rescate importante a su padre.
Así lo hicieron; anclaron la nave, se encaramaron escondidos entre las rocas, se abalanzaron sobre él y lo sentaron en el barco, atado con cadenas.
Mientras Dionisio los miraba, sonriendo con sus ojos azules como el cielo, las cadenas le cayeron de las manos y quedó libre.
-¡Desgraciados! -dijo el timonel-. Seguro que este chico que hemos secuestrado es un dios. ¿Quién sabe si es Apolo o Poseidón?
-¡Pobres de nosotros! Dejémoslo ir, no le hagamos ningún daño: ¡que no nos castigue con un terrible viento de levante y nos hunda la nave!
-¡Callad miedosos! -respondió el patrón-. Llevémoslo a su país, que debe ser Egipto, y que sus padres nos paguen con riquezas. No creo que sea un Dios, sino un príncipe.
Se equivocaba totalmente: toda la cubierta se llenó, de pronto, de un vino perfumado y delicioso; los palos y las velas se cubrieron de vides y parras, con sus hojas y racimos de uvas. Una hiedra de hojas verde oscuro y bayas negras trepó por los otros palos, y coronas floridas, de repente, surgieron entre las estacas a las cuales se atan los remos.
¿Y Dionisio? Pues se transformó en un león muy feroz, e hizo aparecer un gran oso a su lado.
Los piratas, llenos de terror, se lanzaron por la borda y en el acto se convirtieron en delfines, cuyas almas seguían siendo de piratas, pero piratas arrepentidos. La leyenda dice que por eso los delfines acompañan y salvan a los náufragos, porque son aquellos piratas que quieren expiar su culpa. [...]
Así, la mitología nos descubre que estos mamíferos marinos antes que delfines fueron hombres que, castigados por Dionisio, se tranformaron en peces para no poder nunca más abandonar el agua y consacrando de esta forma la íntima relación que siempre ha existido entre las culturas mediterráneas y el Mare Nostrum. Ya tenemos una pista de dónde proviene la inteligencia de los delfines y el porqué de esa afinidad con nosotros, los mortales.
Una vez, siendo todavía Dionisio (el Dios del vino) un joven, miraba al mar desde un precipicio, y unos marineros piratas, lo vieron. Como llevaba los vestidos y los mantos tan ricos y brillantes, pensaron que era el hijo de un rey:
-Lo raptaremos -dijo el capitán- y pediremos un rescate importante a su padre.
Así lo hicieron; anclaron la nave, se encaramaron escondidos entre las rocas, se abalanzaron sobre él y lo sentaron en el barco, atado con cadenas.
Mientras Dionisio los miraba, sonriendo con sus ojos azules como el cielo, las cadenas le cayeron de las manos y quedó libre.
-¡Desgraciados! -dijo el timonel-. Seguro que este chico que hemos secuestrado es un dios. ¿Quién sabe si es Apolo o Poseidón?
-¡Pobres de nosotros! Dejémoslo ir, no le hagamos ningún daño: ¡que no nos castigue con un terrible viento de levante y nos hunda la nave!
-¡Callad miedosos! -respondió el patrón-. Llevémoslo a su país, que debe ser Egipto, y que sus padres nos paguen con riquezas. No creo que sea un Dios, sino un príncipe.
Se equivocaba totalmente: toda la cubierta se llenó, de pronto, de un vino perfumado y delicioso; los palos y las velas se cubrieron de vides y parras, con sus hojas y racimos de uvas. Una hiedra de hojas verde oscuro y bayas negras trepó por los otros palos, y coronas floridas, de repente, surgieron entre las estacas a las cuales se atan los remos.
¿Y Dionisio? Pues se transformó en un león muy feroz, e hizo aparecer un gran oso a su lado.
Los piratas, llenos de terror, se lanzaron por la borda y en el acto se convirtieron en delfines, cuyas almas seguían siendo de piratas, pero piratas arrepentidos. La leyenda dice que por eso los delfines acompañan y salvan a los náufragos, porque son aquellos piratas que quieren expiar su culpa. [...]
Así, la mitología nos descubre que estos mamíferos marinos antes que delfines fueron hombres que, castigados por Dionisio, se tranformaron en peces para no poder nunca más abandonar el agua y consacrando de esta forma la íntima relación que siempre ha existido entre las culturas mediterráneas y el Mare Nostrum. Ya tenemos una pista de dónde proviene la inteligencia de los delfines y el porqué de esa afinidad con nosotros, los mortales.
Mike ;)
2 comentarios:
:)!
;)
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